Desde sus inicios, Salazar exploró la relación entre la luz, el movimiento y la percepción visual. Su trabajo se caracteriza por el uso de cartón corrugado monocromático, creando efectos ópticos que desafían la estabilidad de la imagen y generan una sensación de dinamismo. Esta técnica lo convirtió en un referente dentro del arte cinético venezolano, junto a figuras como Carlos Cruz-Diez y el propio Soto.
En 1967, Salazar obtuvo el primer premio en la V Bienal de Jóvenes Artistas en París, lo que le permitió establecerse en Francia y continuar su investigación en pintura óptica. Su obra ha sido exhibida en importantes museos y galerías, incluyendo el Museo de Bellas Artes de Caracas y la Galería RGR. Además, participó en la Bienal Latinoamericana de Buenos Aires en 1968, donde obtuvo el segundo premio.
A lo largo de su carrera, Salazar recibió múltiples reconocimientos, como el Premio Armando Reverón y el Premio Henrique Otero Vizcarrondo en el Salón Nacional Oficial de Venezuela. Su legado artístico se mantiene vigente, siendo una referencia en el estudio del arte cinético y la abstracción geométrica.
Francisco Salazar falleció el 15 de febrero de 2019 en Maracay, Venezuela. Su obra continúa inspirando a nuevas generaciones de artistas y estudiosos del arte cinético.
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